viernes, 27 de junio de 2008




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Quizá porque a los seres humanos nos gusta el peligro y saltarnos las normas de lo que está bien.

Cuanto más peligro, puede que sea más excitante y más apasionado lo que hacemos.

Es el sabor de la trampa.....



Hay que ser infiel, pero nunca desleal.



Los hombres engañan más que las mujeres; las mujeres, mejor.



La mujer perdona las infidelidades, pero no las olvida. El hombre olvida las infidelidades, pero no las perdona.



Algunos estudiosos proclaman que ser infiel es algo tan natural como la vida.



El novio de la mejor amiga, el primo, el paciente que se enamora de su médico, el padre de una amiga, etc. son algunos casos condenables por el entorno que rodea a esa persona que cayó en la “trampa” del amor.



El amor no se elige, llega cuando uno menos lo espera. Pero existen amores condenados por la sociedad, amores prohibidos.